Tuesday, April 19, 2011

El Café Boricua

Hace unas semanas visité a mi tío, el veterano; el que hace la compra en el PX de Buchannan. Todos en Puerto Rico conocemos a alguien que compra en el PX. Esa es la persona que nos compra las cervezas en la base para el bautismo del nene o la boda de la nena. Al terminar mi visita ( cuando uno dice "bueno voy a seguir por ahí porque no me pienso quedar aquí para siempre") mi tío veterano me regaló una lata grandísima de café de la base. Ni siquiera tenía marca; sólo era all purpose ground coffee. Yo no quería que se sintiera mal, por eso le acepté con aparente gusto su regalo. Para mí comprar café que no sea puertorriqueño es traición a la patria; es como enriquecerme cantando Coño despierta boricua, o montando una iglesia para repetir incansablemente la línea del "dador alegre", o formando un sindicato para no tener que trabajar y vivir de los que sí lo hacen. Este café no lo compré; no tengo el estigma de aquellos MB (mamabi....) que compran Bustelo o Maxwell House o incluso las grandes marcas boricuas como Yaucono o Crema cuyos granos pueden soltar la mancha de otras partes que no son Yauco ni Lares ni Adjuntas.
Pasaron los días y me topé, una mañana de esas preciosas que me despiertan, que se me había acabado el café que suelo comprar (mis marcas favoritas son Encantos, Coquí, El Lareño, D'Aquí, los de Atienza de Jayuya...cualquiera que salga de las montañas de mi tierra y no de Caguas ni de Santurce). Todavía estaba al fondo de la primera tablilla de la nevera el café de la base. A falta de pan galletas! Y muy adentro de mí me decía que mi nacionalismo afectaba demasiado mis decisiones, que éso de que el café nuestro es el mejor es subjetivo. Abrí la lata y de ver aquella harina liviana y clara pensé "bueno, si lo venden en la base debe ser bueno".
Me preparé el café en mi greca milenaria, la que no tiene tapa ni agarradera, a la que le he cambiado la junta dos o tres veces (las venden en Capri).
Cuando estuvo listo el café (en tiempo récord...aquello subió tan rápido que me pregunté si había olvidado poner la harina en la greca)y me lo serví, sentí una alegría inmensa de saber que mi insistencia en el café boricua no es subjetiva ni nacionalista. El café de la base era el peor café que había probado en mi vida. Ni siquiera mi adicción mañanera a la cafeína lo toleró. Boté la taza y la lata, el resto de la harina fue a parar a la composta. Pensé que todo el café extranjero que llega a Puerto Rico sería mejor utilizado como fertilizante para nuestros árboles de café; los que dan trabajo a nuestra gente.

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